domingo, 8 de febrero de 2015

Toda gran aventura tiene un pequeño comienzo

Aquí estoy yo. Si, esa que nunca tiene nada que contar, que lleva una monótona vida basada el ir al instituto, jugar la baloncesto e ir a clase de música, y también, esporádicamente salir a dar una vuelta con sus amigas.
Si, esa misma y, parece que por fin, algo interesante ha pasado en mi vida.
¿El qué? Uno de los giros más grandes y repentinos que ha dado mi vida.
Me voy a ir a pasar 10 meses en Estados Unidos.

Al decirlo así parece algo grande, pero es mucho más aún de lo que parece. Ni siquiera yo he sido capaz de asumir aún la que se me viene encima, y llevo intentándolo desde el 5 de Enero.
5 de Enero. Fue el día que finalmente vi todo mi esfuerzo recompensado, desde todo el tiempo de estudio para mantener como mínimo un 7'5 de media en 3º de ESO, pasando por el examen y hasta el último minuto de aquella entrevista infernal. Todo, todo el esfuerzo se vio recompensado.

Y en ese momento pensé: ¿Y en que momento se me ocurrió a mi meterme en esto?
Pues fue cuando mis padres, sabiendo que dos hermanos que iban a mi instituto se iban a USA, empezaron a insistir en que mandara la solicitud "solamente para probar" ya que ninguno dábamos por hecho que mi nombre acabaría en esa lista, esa lista que podría hacer feliz a cualquier adolescente que quisiera viajar, descubrir lugares nuevos, y tener nuevas experiencias, y que me hizo feliz a mi también.
Días después, un correo llegó a mi bandeja de entrada, indicándome la hora y el lugar dónde tendría que presentarme para ese examen que me podría ayudar a dar un pasito más para alcanzar mi sueño.

Y allí estaba yo, con una amiga, en la sede de la Fundación Barrié, bolígrafo en mano, dispuesta a pasar un examen que, no fue tan difícil como yo pensaba, había sido más bien fácil, lo cual me puso aún más nerviosa, pensé que era demasiado fácil, y eso podría reducir mis posibilidades, pero algo me decía que iba a pasar a la siguiente fase e incluso que podía llegar a conseguirlo, aún teniendo a una de mis mejores amigas recordándome a cada rato que las posibilidades eras mínimas, que era muy complicado.

Pero el día que esa primera lista de preseleccionados salió a la luz, con mi nombre en ella, supe que iba a ser capaz de conseguirlo.
La mitad de los 150 nombres que había en esa lista se iba quedar con las ganas de ir, y yo estaba convencida de que mi nombre estaría en esa otra mitad.

Y llegó el día de la entrevista. Rumbo a Coruña, llena de ilusión, con nervios y sin el bolso de mi madre (si, una curiosa anécdota: mi madre se olvidó el bolso en Santiago y no pudimos pagar la autopista. Gracias a dios la madre de un niño de mi instituto, que también había pasado a la 2º fase, nos dejó algo de dinero para poder pagar el viaje de ida y el de vuelta más tarde).
Después de casi dos horas de espera, entré en esa pequeña sala y me senté frente a una mesa con tres extraños, tres extraños que tenían la posibilidad de hacer mi sueño realidad.
No voy a mentir, la parte de la exposición... me puse muy nerviosa, no fui capaz de hablar mucho más de un minuto, pero luego pude remediarlo con las preguntas.
Salí de allí un poco decepcionada, pero aún mantenía la esperanza.
Y la mantuve hasta el día 4 de enero, cuando sin saber por qué, me derrumbé pensando en que, finalmente mi sueño no se cumpliría.
Pero estaba equivocada.

El 5 de enero, en la lista de los 75 seleccionados, estaba mi nombre.
Suerte dirán algunos. Si, hay algo de suerte, pero la mayoría es esfuerzo..
Mi primera reacción al conocer la noticia, fue gritar y correr hacia el teléfono para contárselo a mis padres, y luego difundirlo por todas las redes sociales habidas y por haber: Whatsapp, Twitter, Snapchat...
Desde ese momento millones de dudas empezaron a pasar por mi cabeza.
Y los correos  Ana María, (la organizadora por parte de FSL, una de las fundaciones que colaboran en el asunto de las becas) pidiendo papeles, datos, fotos y todo tipo de documentación que todos llevamos cubriendo desde ese momento, tampoco me ayudaban a disipar ninguna de esas dudas.

Un par de semanas más tarde, los 75 becados fuimos citados en Coruña para una reunión que algunos llaman "Baño de realidad".
Se basó en una pequeña presentación por parte de las fundaciones que organizan la beca, y luego casi 2 horas en las que cinco antiguos becados compartieron su experiencia con nosotros y resolvieron algunas de nuestras dudas. Aunque, sinceramente, yo salí de allí con más dudas de las que entré.

Desde ese momento, todos los becados nos pusimos en contacto y gracias a ese grupo de whatsapp, (si, ese que no hace más que petarte el móvil a todas horas), nos conocemos un poquito mejor, y hace falta, ya que en esos 10 meses esos 74 "desconocidos" van a ser como mis hermanos y van a compartir esta experiencia.

Y ya no me enrollo más, que se me ha echo muy largo.
Sólo quiero dar las gracias a mis padres por haberme animado a presentarme, a las fundaciones Barrié de la Maza y Amancio Ortega por darme esta increíble oportunidad, a mis amigos por apoyarme en todo momento y a los otros 74 petardos, que ya son como una pequeña familia para mi, por entretenerme y por avisarme cuando se peta el Atlas.

Gracias a todos por haber hecho esto posible.

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